En los últimos años hemos sido testigos del terrible y desafortunado panorama de vida que tiene la mujer en el Perú. Esto lo podemos ver reflejado en las cifras de violencia sexual que aumentan cada año. Por ejemplo, en sólo los dos primeros meses del 2024, el Centro de Emergencia Mujer ha registrado 2 831 casos de abuso sexual, ello representa que cada día 47 niñas menores de edad que son victimas de este problema. Asimismo, estas cifras no parecen ser las únicas preocupantes, ya que, en lo que va del año, se reportaron 1 300 casos en el informe de niñas menores de 14 años convertidas en madres. Asimismo, estudios del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y Plan International notificaron 56 000 casos de uniones tempranas y forzadas hasta la fecha.
Sin duda alguna, no podemos hacer oídos sordos a la problemática y no exigir que se busquen soluciones inmediatas. Sin embargo, es importante saber dónde radica el problema y los distintos sectores donde se presenta. En primer lugar, la violencia sexual, el embarazo precoz y las uniones tempranas y forzadas, entre otros tipos de violencia contra las mujeres, parten de un tema cultural y social, donde el sistema patriarcal y la misoginia se encuentran terriblemente interiorizados en nuestra sociedad. Ello lo podemos ver reflejado en las normas de géneros y roles tradicionales, así como la forma de crianza, la perpetuación de estereotipos y creencias, etc. Si bien es cierto, constantemente el mundo evoluciona y, con él, las formas de pensar, aún en nuestro país y en el mundo nos encontramos lejanos a una realidad de igualdad de hombres y mujeres. Al respecto, según el Foro Económico Mundial, se necesitarían 130 años para lograr la igualdad de género en el mundo, eso quiere decir que mujeres y niñas recién disfrutarían de la igualdad de derechos en el año 2 154.
En segundo lugar, es importante supervisar el rol que asume el Estado en cambiar esta realidad, ya que no sólo se trata de imponer penas máximas a los agresores, sino de también impartir justicia haciéndose respetar la ley, así como de aportar en el cambio del pensamiento social. Es por ello que considero que estos dos elementos mencionados son indispensables en la búsqueda de resultados óptimos. Por otro lado, vemos numerosos noticias de injusticia en los casos de violencia de género donde se deja al agresor libre o con penas mínimas. Razón por la cual, es importante resaltar que la justicia y las leyes deben tener un enfoque de género, así como mejorar el acceso físico a esta e implementar distintas formas de auxilio y realizar denuncias. De igual forma, el Estado debe hacer un reajuste en la educación de niños(as) y adolescentes, donde se promueva principalmente las relaciones justas, dignas, empáticas e igualitarias entre hombres y mujeres. Ello con el fin de buscar una educación con enfoque de género, que garantice igualdad de condiciones e inclusión. Asimismo, un cambio en la cultura y los pensamientos que atenten contra la integridad de la niña, adolescente y mujer. Todo ello es un trabajo en conjunto con las autoridades, docentes, alumnos(as) y padres de familia.
A modo de conclusión, considero que es de suma importancia hacer un estudio descentralizado para ver los principales factores que afectan a esta problemática y así encontrar y aplicar soluciones eficientes en el menor tiempo posible, ya que es inconcebible que las mujeres sigamos viviendo en un mundo donde no se nos otorgue seguridad ni la igualdad que se viene buscando desde hace ya muchos años atrás. Es momento de tener un cambio real en favor de todas y todos.
Diana Albarracin
Redactora de la Sección de Perú
Estudiante de Ciencias Políticas