Resulta fascinante pensar cómo, a pesar de la cercanía geográfica, solemos olvidar la existencia de tres pequeños países al noroeste de América del Sur. Compartimos continente, pero nuestras culturas, tradiciones e historias coloniales parecen ajenas entre sí. Solemos escuchar noticias sobre Argentina, Chile, Brasil, Colombia, pero Guayana, Surinam y Guyana Francesa no forman parte de la información que revisamos a diario en internet. Sin embargo, a pesar de esta desconexión, tenemos un punto en común, que, en el futuro, podría ser un buen inicio para la colaboración y solidaridad entre países vecinos que buscan un desarrollo sostenible y equitativo: La dependencia a los recursos naturales. Suceso que ha moldeado nuestras economías, permitiéndonos el crecimiento económico y el desarrollo, aunque a largo plazo, puede llevar a la explotación no sostenible de estos recursos y dejarnos vulnerables ante los cambios en los precios internacionales.
En el caso de Surinam, su tamaño geográfico no le permite desarrollar muchas actividades, por lo que su economía depende altamente de la extracción de recursos naturales como el petróleo, la bauxita y el oro, que conjuntamente constituyen más del 90% de las exportaciones totales. Esta situación deja al país totalmente vulnerable ante la volatilidad de precios del mercado internacional sobre las materias primas. Y por tal razón, una caída en los precios afecta directamente la economía de este país tal como pasó en el 2016. En respuesta, junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) se intentó implementar programas que ayudaran a restablecer la economía en Surinam, pero para el final del 2020, no se logró y la inestabilidad aumentó.
La situación de Guayana Francesa es, de hecho, compleja y su economía está estrechamente ligada a la explotación de recursos naturales, en particular el oro, la madera y algunos cultivos. Aproximadamente, el 90% del territorio está cubierto por bosques, lo que limita el desarrollo de otras actividades económicas y agrava la dependencia de estos recursos naturales. Asimismo, Guayana también depende altamente de los subsidios y las importaciones de Francia, debido a que aún se encuentra bajo su dominio. Esta dependencia, combinada con el control ejercido por el país europeo, obstaculiza el poder de desarrollo económico de Guayana. Finalmente, el gobierno francés muestra poco interés en adoptar políticas que impulsen el crecimiento de este territorio o permitir la comercialización con otros países, ya que ello podría resultar en una pérdida del poder estratégico que Guayana le ofrece.
Quien ha sorprendido a todos por su rápido crecimiento económico y desarrollo social es Guyana, que hasta el 2019 crecía a un ritmo lento y moderado. Luego de que ese mismo año se recibieran las aprobaciones y regulaciones requeridas para explotar los grandes yacimientos de petróleo descubiertas en el 2015, todo cambió. Mientras la mayoría de los países pasaban por una recesión debido a la crisis del COVID-19, Guyana crecía a un ritmo impresionante, lo que fomentó la apertura de nuevos negocios, fortaleció la confianza de las empresas internacionales en su estabilidad en el mercado y permitió la mejora de la infraestructura de la ciudad. Ante tal situación, es claro que este país depende totalmente del petróleo y su economía es vulnerable ante los cambios del mercado internacional. Por su parte, el gobierno guyanés está consciente de ello y mencionan que se utilizará este recurso hasta donde se pueda.
En conclusión, la realidad económica de estos tres pequeños países es su dependencia absoluta de los recursos naturales, lo que los convierte en altamente vulnerables ante cualquier alteración crítica en los precios internacionales. Asimismo, esto también genera otra problemática importante en el desarrollo de sus economías: la sobreexplotación de recursos. En algún punto estos recursos se agotarán, y al no tener otras actividades económicas que puedan equilibrar a la actual explotación de recursos en el PIB de cada uno, pueden caer en la pobreza si no preparan un plan de contingencia. Por otra parte, reconocer esta realidad abre una ventana de oportunidad para la colaboración regional, en la que se podría trabajar de manera conjunta para diversificar sus economías, promover un desarrollo más sostenible y reducir la vulnerabilidad económica. Mientras que Surinam y Guyana pueden encontrar una salvación para esta problemática, Guyana Francesa enfrenta un reto mayor debido a su estatus de territorio dependiente de Francia. Lo que limita su capacidad de implementar políticas económicas propias y desarrollar relaciones comerciales independientes que impulsen su crecimiento y sostenibilidad.
Lesly Tasayco
Redactora de Sección de Sudamérica
Estudiante de Ciencias Políticas