La campaña presidencial de George Wallace y la
crisis política norteamericana en los 60s

En el año de 1968 ya habían pasado 5 años desde que George Wallace había pasado al estrellato en la consciencia popular estadounidense. El controversial e influyente gobernador de Alabama atrajo la atención de gran parte de la nación con su retórica y actitud abiertamente segregacionista.

Wallace, nacido en agosto de 1919, era una figura querida y apreciada por el Estado de Alabama, pues era un abogado importante en dicho estado y también tenía conexiones directas con la élite política del lugar. Esto le aseguró cierto éxito en su campaña, sin embargo, aunque no era raro que gobernantes sureños fueran segregacionistas, Wallace era diferente. Principalmente porque dicho bloque político segregacionista había quedado debilitado y con voces bajas después de los logros de las administraciones Truman y Eisenhower. Pero Wallace no bajaba la voz. Todo lo contrario, era directo y abiertamente provocador. En su inauguración de 1963 declaró abiertamente “Segregación Ahora, Segregación Mañana, Segregación por Siempre”. Y poco después de este suceso, se paró frente a la puerta de la Universidad de Alabama con el objetivo de bloquear la integración de estudiantes afroamericanos.

Con estas acciones mostraba su rebelión contra el presidente Kennedy. Personaje que hizo mucho énfasis en luchar contra la segregación racial en el sur, ya que era algo que no había pasado con ningún político estadounidense relevante. Por lo menos, desde el fallido intento del político dixiecrat Strom Thurmond para a la presidencia en 1948. Sin embargo, nadie habría esperado que, 5 años después, George Wallace tendría una elección presidencial la cual no solo amenazaría temporalmente las candidaturas republicana y demócrata, sino que también representaría el caos político y social en el que se encontraba los Estados Unidos durante finales de los años 60s.

Muchas cosas habían cambiado desde los inicios de la década. Poco después del asesinato del presidente Kennedy y el fin del periodo de prosperidad que pasaría a ser llamado por la consciencia popular como “Camelot” (equiparando a J.F.K. con el mítico Arturo). La administración Johnson se vio envuelta en un caos social donde la guerra de vietnam, los escándalos de corrupción y los disturbios raciales llevaron a un ambiente de caos y a una feroz campaña presidencial para 1968. Los candidatos del partido republicano y demócrata hacían énfasis en la incertidumbre y desorden para apelar a la población, representándose a ellos mismos como faros de esperanza en un mar de confusión y ansiedad.

Al respecto, los anuncios publicitarios de ambos candidatos son un claro ejemplo de esto. En la campaña de Nixon destacan fotos y figuras deformadas de sus enemigos políticos, contrapuestas con escenas del caos social vivido. De este modo construyó una catedral de gritos y angustia que fomentaría al votante a votar por los republicanos con la frase “vote like your whole world depended on it”. Mientras tanto, Humphrey, el candidato demócrata, hizo énfasis en su habilidad como orador y en los antecedentes y sus logros políticos en el pasado. Aunque, lo que más destacaba era su énfasis en mostrar posibilidades apocalípticas en caso de que su oponente gane. Mostró risas cínicas y explosiones nucleares que declaraban abiertamente la ignorancia de su contrincante. Asimismo, hacía un fuerte énfasis en su capacidad intelectual en comparación a su oponente, siendo una persona mas “culta y refinada”, con un eslogan que reforzaba ese punto: There is no Other Alternative”. 

En una situación común, la mayoría podría creer que un tercer candidato podría poner en peligro la elección de ambos candidatos. Lo que parecería algo hasta incoherente. Pero el ascenso de George Wallace como candidato fue algo que tomo a la nación como tormenta en su momento.

Wallace se lanzo como candidato para el “partido americano independiente”. Un partido el cual, como muchos otros de su estilo, nunca fue capaz de competir contra el poder del sistema bipartidista norteamericano y que hasta ahora solo se resigna con lo que puede. A pesar de esto, la elección de Wallace como candidato, algo decidido por el mismo, les daría un momento inigualable en la historia norteamericana.

Wallace era mucho mas cínico y directo que sus rivales. Llegaba a ser incluso agresivo, y le gustaba provocar a la oposición a la ira (en especial a los jóvenes del movimiento contra cultural de esa época). Pero lo que más destacaba de su campaña era la apelación a la suburbia americana. Hacía mucho énfasis en la vida en los vecindarios de familias blancas anglosajonas y en sus rutinas diarias como paseo, impuestos y llevar a los niños al colegio. Todo esto siendo un punto importante para su retórica que hacía énfasis en cómo las crisis habían hecho imposible vivir con muchas de estas rutinas diarias. Esto también era notorio en la música de su campaña haciendo referencia a cómo la “gran sociedad” de Johnson había hecho la vida de muchas familias de los suburbios difícil. Además, mencionaba que había “descontento y luchas por todos lados”.

Esto no quitaba las alusiones raciales, sobre todo cuando se hablaba de disturbios, llegando en ocasiones a hacer referencia al asesinato y la violación y asociarlo a los derechos civiles. Sin embargo, eso no quitó que la estrategia fuera bastante efectiva, en gran parte gracias a su simpleza. Dicha campaña hizo un daño enorme a la campaña del partido demócrata, el cual, hasta ese entonces, poseía el “sur sólido”. Un bloque geográfico de votantes sureños que votaban a los demócratas debió a preocupaciones laborales, pues los demócratas tenían monopolios sobre los sindicatos. Pero las acciones antisegregacionistas, tanto de los republicanos como demócratas, habían decepcionado a los ciudadanos sureños y el populismo directo de Wallace apeló a ellos. Humphrey también tuvo el problema de que muchos de sus ayudantes no eran capaces de responder de forma directa a su actitud extravagante. Las generaciones más viejas comparaban a Wallace con Goldwater (que era visto como radical entre los políticos republicanos), mientras las generaciones más jóvenes lo comparaban con Hitler. Ninguna funcionó, pues Wallace históricamente había sido abiertamente agresivo con Goldwater en su juventud y al mismo tiempo lucho en Europa contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso Wallace sarcásticamente respondió a los jóvenes: “mataba fascistas mientras ustedes estaban en pañales”.

Nixon también se vio afectado, pues perdió muchos votos sureños que buscaba obtener, pero él ya había prevenido la retorica racista de Wallace. Por ello, Nixon usó la “estrategia sureña”, la cual intentaba apelar a los sureños con indirectas raciales para conseguir sus votos, pero no lo obligaría a cumplir ninguna promesa. Y finalmente funcionó. Al último momento, Nixon logró quitarle un sector de los votos a Wallace, y a las pocas semanas se anunció que Richard iría a la casa blanca. Aunque Wallace lo intentaría de nuevo en 1972, nunca llegaría a estar cerca del éxito que una vez tuvo. En los últimos años de su vida, Wallace renunció a sus ideas raciales y eventualmente murió. Sin embargo, sus acciones resonaron fuertemente en su momento y son un claro ejemplo del caos que se vio en Norteamérica de finales de los 60s. Una era confusa, violenta y desagradable, donde nadie sabia que esperanzas había, si es que acaso la tenían.

Rodrigo García

Redactor de la Sección de Norteamérica
Estudiante de Ciencias Políticas