Existe un peligro potencial en los candidatos cuando tienen ciertas características como la popularidad y el carisma. Cualidades como estas pueden brindar facilidades para obtener apoyo electoral, mayor probabilidad de que cumplan con sus propuestas, y que exista una mayor tolerancia a errores. Sin embargo, en la experiencia Latinoamericana ser popular y democrático es señal de alarma.
Una muestra de esto es el presidente de Ecuador, Daniel Noboa. El pasado 5 de abril la policía ecuatoriana ingresó a la embajada de México con la finalidad de apresar al ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, personaje que había sido condenado por casos de corrupción en el pasado. Y ante tal ingreso intempestivo de las fuerzas policiales se consideró, según el gobierno mexicano, una invasión al violarse el artículo 22 de la convención de Viena de 1961.
Artículo 22:
1. Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.
Este conflicto generó dos bandos: los ciudadanos que defienden la decisión del mandatario debido al historial de corrupción en la historia reciente de Ecuador, y en el ámbito internacional, donde casi todos los países latinoamericanos y la Organización de Estados Americanos (OEA) rechazaron los actos de violencia ocurridos en la embajada. Por si no fuera poco, en una entrevista que tuvo el presidente el pasado 15 de abril con la SBS News, trató de manera frívola la invasión. Declaró que no se arrepentía y que el asunto podía resolverse con una invitación a López Obrador para comer ceviche y tacos.
Otro caso es el actual presidente de Argentina, Javier Milei. Comentarios fuertes, movimientos erráticos, gestos llamativos, y un crecimiento constante de popularidad, fueron algunos de los rasgos que lo caracterizaron desde que llegó a la pantalla chica. Lo que para la televisión significó un aumento en la audiencia, para él fue un trampolín a la máxima distinción política y pública. Incluso, mediante el uso de redes sociales, se convirtió fácilmente en un embajador de la ideología libertaria en todos los lugares donde sus videos llegaron. Y ahora que está en el cargo, es criticado por el shock económico que, en pocos meses, generó un aumento en los precios de alimentos, y de transporte.
Asimismo, grupos estudiantiles y sindicatos reprobaron sus reformas para reducir el gasto público o los problemas de financiamiento existentes en las instituciones educativas. Pueden existir personas que estén a favor de las medidas tomadas por el presidente, y digan lo necesario que era un cambio en el manejo económico de Argentina, pero eso no significa que la quimioterapia recibida no haya afectado negativamente a millones de personas. Después de todo, los funcionarios toman decisiones que afectan la vida de muchas personas tanto positiva como negativamente. Incluso en el ámbito internacional, se pronunció en contra de mantener negociaciones con países como China debido a que es incompatible con su postura ideológica así como los roces que tuco con el presidente de México al llamarlo ignorante. Esto a pesar de que, de tener mejores relaciones diplomáticas con estos países, sus objetivos estarían más próximos a realizarse.
Otro ejemplo sería la figura de Nayib Bukele quien se convirtió en presidente de El Salvador en el año 2019. Un país que, según la información de Statista, hasta antes de la llegada de Bukele, El Salvador se encontraba sumergido en la violencia con un total de 6600 personas asesinadas para el año 2015 y poco más de 3100 personas para el año 2018. Si se contrastan estos números con los obtenidos en el año 2023, se observa una caída a 140 personas asesinadas según Statista. Adicionalmente, el presidente salvadoreño cuenta con fuertes habilidades mediáticas y el apoyo de sus compatriotas. Incluso existe otras autoridades y gobiernos extranjeros que quieren buscan su modelo de lucha contra la delincuencia.
Sin embargo, la forma en cómo lo logró es sumamente criticable. Las preocupaciones sobre qué hace Bukele inician cuando el 9 de febrero de 2020 ordenó el ingreso de militares al Congreso salvadoreño para que aprueben una ley antipandillas. Luego, el 30 de noviembre de 2023 pidió permiso al mismo Congreso, que amenazó años atrás, para que le permitan participar en las elecciones de 2024. De esta manera, el actual presidente de El Salvador desconoce la prohibición del artículo 152 de su constitución. Es decir, lo que se suponía iba a ser un gobierno temporal que luchó y consiguió mitigar la delincuencia, ahora se trata de un gobierno que no se sabe cuándo terminará.
Artículo 152
No podrán ser candidatos a Presidente de la República:
1. El que haya desempeñado la Presidencia de la República por más de seis meses, consecutivos o no, durante el periodo inmediato anterior, (…)
Seguramente no faltarán defensores de acciones que se inclinan al autoritarismo justificándolo con logros ¿Es que acaso debemos tolerar una actitud prepotente, un escupitajo en la cara, o una patada en el trasero solo porque hizo lo que es su trabajo? Claro que no. Una gestión efectiva no autoriza ni debería autorizar a un gobernante desconocer las normas imperantes. Tampoco sentirse justificado a tomar cualquier camino con tal de ganar rédito político o buscar la reelección. En otras palabras, si hace un buen trabajo se le aplaude, y si se equivoca o desconoce las reglas, debe retirarse y pagar por sus errores.
Lamentablemente, existe una tendencia en crecimiento de estos comportamientos así como justificaciones que deja a uno preguntarse ¿Qué pasaría si surgiera un candidato que por su popularidad se sienta validado para invadir el Congreso, cambiar su constitución, desconocer tratados internacionales, insultar a otros mandatarios, aplicar reformas sin aposición, y reelegirse de manera indefinida? Sería el prototipo perfecto de autoritarismo latinoamericano. El político que al volverse el protagonista de su nación por su popularidad, se vuelve un peligro para la democracia y el futuro de su país.
Bryan Robles
Coordinador de Sección de Sudamérica